LA POLÍTICA DEL CONOCIMIENTO

Con las pruebas que avalan la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas, ¿pasaremos a la acción?

El sistema alimentario industrializado es uno de los mayores factores de estrés para la salud del planeta, ya que genera casi una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y provoca una inmensa pérdida de biodiversidad. Sus desigualdades estructurales, además, atacan con más gravedad a las comunidades vulnerables. Ante tales evidencias, el consenso es unánime: el modelo alimentario actual está fallando a las personas y al planeta y ya no es adecuado para su propósito. Sin embargo, los debates sobre cómo transformar este modelo siguen generando polémica. ¿A qué se debe?

La agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas son vías para lograr sistemas alimentarios sostenibles que siguen viéndose con reticencia.

Existen agentes financiadores, investigadores y responsables políticos que optan por distanciarse de enfoques como la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas porque se muestran escépticos ante su viabilidad, rentabilidad, escalabilidad y evidencia. Esto ocurre a pesar de la abundancia de informes, estudios y literatura que defiende la validez de dichos enfoques no solo para reparar nuestra relación con la naturaleza, sino también para generar una resiliencia climática y nutrir a nuestras comunidades de forma equitativa.

El statu quo está impidiendo a la humanidad actuar de forma transformadora.

La Alianza Global para el Futuro de la Alimentación se propuso llegar al fondo de esta cuestión y analizar qué es lo que frena la transformación de los sistemas alimentarios. Para ello decidió elaborar un nuevo compendio en el que se describen cuáles son los discursos que actualmente bloquean la acción ciudadana (engañándonos sobre lo que realmente podemos hacer), se aportan pruebas contrastadas en favor de la agroecología y se analizan las voces de aquellos a quienes deberíamos hacer caso.

Lo que hemos descubierto es que las evidencias en favor de las prácticas agroecológicas topan con una amplia estrechez de miras y una arraigada voluntad por mantener el statu quo. Eso ha hecho que los enfoques alimentarios transformadores no se entiendan, no se adopten y no se luchen, ni siquiera cuando más los necesitamos.

La agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas protagonizan hoy una de las muchas batallas que existen entre conocimiento y poder.

Las raíces de la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas son una fuente continua de conocimientos que debe tenerse en cuenta a la hora de reparar las relaciones entre las personas y la naturaleza

Pruebas concluyentes e influencia

Las preguntas del tipo «¿qué datos avalan este tipo de soluciones?», «¿son escalables?» o «¿quién hay detrás de estas pruebas?» no salen de la nada.

Las decisiones sobre cuál es la información que debe recogerse, investigarse o ser realmente tomada en consideración están intrínsecamente relacionadas con el poder. Todo apunta a que los legados del pensamiento establecido y las mentalidades coloniales han afianzado las jerarquías del conocimiento.

Este sesgo se observa más claramente en agentes financiadores, responsables políticos e investigadores, cuya tendencia es la de favorecer la ciencia occidental y la información en inglés a la hora de tomar decisiones. Obviamente, esta tendencia deja sin voz ni relevancia a una amplia diversidad de pruebas. Del mismo modo, el hecho de que continuamente se esté cuestionando la base empírica de enfoques como la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas termina sembrando dudas y socava la adopción de estos métodos de forma generalizada.

Debemos analizar de forma equitativa toda la información, conocimientos y pruebas concluyentes relacionados con estas prácticas (experiencias vividas, conocimientos tradicionales, casos de estudio, artículos científicos y literatura revisada) y centrar nuestros esfuerzos en la transformación de los sistemas alimentarios.

Las prácticas agroecológicas, regenerativas e indígenas son polifacéticas. Estas dependen del contexto, implican una buena comprensión de la ecología autóctona y exigen una forma de pensar distinta a la hora de analizar sus evidencias. Dado que estas metodologías no se ajustan a los ideales establecidos de clasificación o cuantificación occidental, estas han sido mayormente relegadas hasta ahora. Por ello, cada vez son más los esfuerzos mundiales para promoverlas, y a menudo se asocian con movimientos sociales y de cambio político.

Acelerar la transformación de los sistemas alimentarios requiere descolonizar y democratizar los sistemas de conocimiento de sectores como la educación, la investigación o la innovación.

Ahora es el momento de actuar. Sobre todo, para quienes estén dispuestos a desafiar la situación actual y deseen captar la imaginación o atención de aquellos ciudadanos que sí están comprometidos por la salud de las personas y del planeta.

Durante miles de años, las costumbres alimentarias tradicionales de los indígenas se han basado en principios de reciprocidad entre la salud, la cultura y la naturaleza.

Más recientemente, la ciencia, la práctica y los movimientos modernos de la agroecología se han inspirado en su sabiduría y experiencia y han construido teorías sobre ellas. En la última década, también hemos visto surgir reacciones en forma de prácticas y movimientos de agricultura regenerativa.

Para comprenderla a fondo, es fundamental conocer los 10 elementos de la agroecología, una guía que promueve la transformación hacia sistemas alimentarios saludables, equitativos, renovables, resilientes, inclusivos, diversos e interconectados.

Durante miles de años, las costumbres alimentarias tradicionales de los indígenas se han basado en principios de reciprocidad entre la salud, la cultura y la naturaleza.

Más recientemente, la ciencia, la práctica y los movimientos modernos de la agroecología se han inspirado en su sabiduría y experiencia y han construido teorías sobre ellas. En la última década, también hemos visto surgir reacciones en forma de prácticas y movimientos de agricultura regenerativa.

Para comprenderla a fondo, es fundamental conocer los 10 elementos de la agroecología, una guía que promueve la transformación hacia sistemas alimentarios saludables, equitativos, renovables, resilientes, inclusivos, diversos e interconectados.

LOS ESCÉPTICOS HACEN UN ANÁLISIS DEMASIADO LIMITADO DE LOS INDICADORES QUE FAVORECEN LA TRANSFORMACIÓN DE LOS SISTEMAS ALIMENTARIOS

Los autores del compendio identificaron cinco discursos dominantes que tachan la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas de técnicas marginales a pesar de las distintas pruebas que evidencian su impacto.

Para desmontar las creencias que sustentan estos discursos, los autores las desmenuzan con ejemplos que ponen en tela de juicio nociones y supuestos preconcebidos. Al hacerlo, demuestran cómo el discurso dominante sirve para legitimar los desequilibrios de poder existentes entre los sistemas alimentarios.

A lo largo de todo el documento, pues, nos proponemos desmentir los prejuicios obsoletos y mostramos cómo la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas ya están impulsando un cambio transformador en los sistemas alimentarios.

¿EXISTEN ENFOQUES AGRÍCOLAS ALTERNATIVOS CAPACES DE ALIMENTAR A TODA LA HUMANIDAD?

pregunta 1

El discurso de «alimentar a toda la humanidad» está basado en el miedo a la superpoblación, al aumento del hambre y de la malnutrición y al cambio climático. A menudo, incluso se adorna con llamativas estadísticas que ilustran la necesidad de incrementar la producción de alimentos para atender a una población mundial cada vez mayor.

No obstante, centrarse únicamente en la producción de alimentos hace que prácticas como la intensificación agrícola o la exportación global sean consideradas soluciones ideales para alimentar a la población, y esto infravalora la economía política que hay detrás de las verdaderas causas de la inseguridad alimentaria. Como también infravalora las cuestiones de justicia social relacionadas con el derecho a la alimentación y a la seguridad nutricional.

El problema del hambre en el mundo no es la escasez. La distribución, la pobreza, la falta de acceso, la falta de poder, la desigualdad, los conflictos y el despilfarro son las razones del hambre y la malnutrición en todas sus formas. En pocas palabras: no es el rendimiento por hectárea lo que mide lo importante.

¿Qué nos dicen las pruebas?

  • La agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas están fuertemente vinculadas a resultados positivos en materia de salud y nutrición
  • Medir el rendimiento y la resiliencia bajo la óptica del sistema también demuestra los beneficios multifuncionales de estos enfoques
  • Incluso utilizando el rendimiento como herramienta de medición, se aportan pruebas irrefutables que permiten comparar el buen rendimiento de diferentes sistemas agrícolas

UTILIZAR LA AGRICULTURA PARA COMBATIR LA NUTRICIÓN DE MALAUI

Desde sus inicios en el año 2000, la organización malauí sin ánimo de lucro Soils, Food and Healthy Communities (SFHC, por sus siglas en inglés) ha pasado los últimos 20 años construyendo comunidades malauíes igualitarias y resistentes. En ese tiempo, la SFHC ha trabajado con más de 15 000 agricultores de 500 pueblos del norte y el centro de Malaui, siempre con el objetivo de fortalecer los suelos, el rendimiento de los cultivos, las prácticas sostenibles, la salud y la nutrición de sus tierras y de sus habitantes. Para lograrlo, esta organización colabora en la distribución de semillas, integra cultivos autóctonos, realiza formaciones en agroecología, impulsa el intercambio de conocimientos e imparte clases prácticas de nutrición. Todo esto no lo hace a ciegas.

Los esfuerzos de la SFHC se enmarcan en programas de investigación cuyos participantes trabajan juntos para producir y compartir conocimientos sobre la producción de cultivos, la gestión de la tierra y la nutrición. Su enfoque apuesta por la coproducción y el intercambio de conocimientos de forma participativa e incorpora prácticas transdisciplinarias basadas en el saber de los agricultores. Es decir, los agricultores colaboran activamente en los mismos programas de investigación y se encargan de identificar los problemas, diseñar las investigaciones, recoger los datos y analizarlos

Los resultados del programa de la SFHC demuestran que cuando se cultivan alimentos en sistemas agroecológicos, las explotaciones son hasta un 80 % más productivas que las convencionales. De hecho, los agricultores que han participado en este programa han logrado que sus prácticas de cultivo intercalado se hayan convertido en una tecnología oficial promovida por el programa nacional de extensión agrícola de Malaui. Gracias a esto, hoy en día, los cultivos intercalados con legumbres son una estrategia importante para abordar la seguridad alimentaria y nutricional de este país.

Por otro lado, un estudio reciente del programa de la SFHC concluyó que las prácticas agroecológicas utilizadas por los agricultores han aumentado la seguridad alimentaria y la nutrición de los hogares malauíes. Estas ganancias se ven reforzadas gracias a las formaciones llamadas «de agricultor a agricultor» y a los grupos de discusión entre campesinos, y suponen una vía de consumo directo que mejora los ingresos procedentes de la agricultura.

Gracias a la agroecología, pues, los agricultores afirman haber recuperado el control sobre sus semillas, fertilizantes, tierras y mano de obra. Dichas técnicas también han acentuado la importancia de las actividades sociales (como el reparto de alimentos y semillas), que son esenciales para garantizar la seguridad alimentaria de estas comunidades a largo plazo.

Imagen: SFHC

Los estudios que hemos realizado en explotaciones enteras sugieren el enorme potencial que la agroecología tiene para «alimentar» y «nutrir» a la humanidad

Soils, Food and Healthy Communities, Malaui

Ciencia y tecnología dirigidas por los agricultores: Prácticas rentables y adaptadas al contexto

Los detractores de la agroecología la tachan de «anticiencia» y la condenan por rechazar sistemáticamente las tecnologías modernas que «tan necesarias son para aumentar la productividad y los ingresos de los agricultores». Estos críticos, a su vez, consideran la agroecología como un retorno nostálgico al pasado, un método que niega el acceso a las técnicas agrícolas de alta tecnología a millones de personas. Y no se dan cuenta de que sus queridas «soluciones tecnológicas» no siempre son sinónimo de éxito para los campesinos.

En cambio, el Colectivo de Investigación-Acción en Agroecología de Norteamérica (ARC, por sus siglas en inglés), señala que las tecnologías que se utilizan en las prácticas de los agricultores no solo son más rentables, sino también más adecuadas para su propósito. Estas son también más fáciles de adoptar y conllevan más beneficios para todo el sistema, incluso más de los que se preveían inicialmente. Las tecnologías impulsadas desde el exterior, por el contrario, suelen ser más caras y menos adaptables, son demasiado generales para aplicarse en granjas y terrenos y a menudo generan contrapartidas inesperadas.

Ser críticos con las falsas opciones y los bloqueos

Según Groundswell International, mientras siga existiendo un pequeño grupo de empresas con estrictos derechos de propiedad intelectual que obligue a los agricultores a continuar comprando herramientas industriales y que limite los debates públicos y la investigación en torno a la agroecología, no estaremos ofreciendo una alternativa real a los agricultores y consumidores africanos.

A menudo, las soluciones intensivas y tecnologizadas que se promueven en África evocan la ilusión de que «hay mucho donde elegir». En efecto, disponer de tantas opciones aboca a los agricultores a la compra irreflexiva de tecnología y métodos patentados, ninguno de los cuales crea una verdadera resiliencia en las explotaciones agrícolas y las comunidades a las que sirven. Para evitar esta situación, Groundswell trabaja con agricultores autóctonos de África y les enseña a desafiar el sistema agrícola dominante y a priorizar la aplicación de sus conocimientos, experiencia y opciones.

Caso Real

¿SON ESCALABLES LOS ENFOQUES AGRÍCOLAS ALTERNATIVOS?

pregunta 2

El discurso dominante presupone que la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas son marginales, eficaces solo a pequeña escala e incapaces de producir alimentos a gran escala. Sin embargo, existen pruebas sobre el rendimiento y el potencial de escalabilidad de estas prácticas que cuestionan esta suposición. Este discurso también pone en tela de juicio la limitada comprensión de los entes reguladores sobre qué significa ‘escalabilidad’ y hasta qué punto esta es eficaz en las explotaciones.

El éxito de las prácticas agrícolas tiene que ver con algo más que con el tamaño de las explotaciones. La escalabilidad hace referencia al proceso de introducir más sistemas alimentarios sostenibles basados en la equidad, la justicia y la reciprocidad.

En su sentido más estricto, el concepto de escalabilidad implica que cada vez más agricultores puedan practicar la agroecología, que esta se extienda a un mayor número de territorios y que permita involucrar a más personas en el procesamiento, la distribución y el consumo de alimentos agroecológicos y regenerativos.

Con este nuevo marco, podemos contextualizar distintas formas de escalabilidad. Por ejemplo, la que se introduce en explotaciones agrícolas grandes o pequeñas de más de una región, la que se replica gracias a las redes de contactos de los agricultores o la que sirve para estrechar conexiones entre agricultores y desarrollar movimientos sociales, infraestructuras comunitarias y políticas de cambio.

En resumen, a la hora de evaluar las transiciones a nuevos sistemas alimentarios no solo necesitamos indicadores sociales y ecológicos, sino también la participación clave de agricultores y otros actores.

¿Qué nos dicen las pruebas?

  • La escalabilidad de las prácticas agroecológicas es eficaz y ya está se está aplicando. Los movimientos sociales son fuerzas clave para impulsar este cambio
  • Dicha escalabilidad implica difundir estas prácticas geográficamente, de agricultor a agricultor y entre comunidades, organizaciones y regiones
  • Para garantizarla deben habilitarse políticas específicas e involucrar mercados y otros factores institucionales

Escalar al tamaño adecuado

La Herramienta para la Evaluación del Desempeño de la Agroecología (TAPE, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) es una de las varias metodologías que se han desarrollado recientemente para evaluar el rendimiento de las prácticas agroecológicas a escala mundial.

La metodología TAPE narra las bondades de la agroecología y destaca sus beneficios y naturaleza multidimensional. Está diseñada para apoyar los procesos de transición agroecológica a diferentes escalas, en distintos lugares y en diferentes plazos, y propone un diagnóstico de los resultados a lo largo del tiempo que identifica sus fortalezas, debilidades y sus entornos favorables y desfavorables.

Prueba TAPE

Distintas comunidades de Malí y Camboya realizaron pruebas que demostraban que las explotaciones más avanzadas en cuanto a indicadores agroecológicos (basados en los que se utilizan en los 10 Elementos de la Agroecología de la FAO para evaluar el nivel de transición agroecológica de los sistemas agrícolas) son más productivas, utilizan menos recursos externos y son más rentables, independientemente de su tamaño. Esto se debe (en parte) a que estas explotaciones tienen un mayor acceso a mercados que comercializan productos agroecológicos.

Las explotaciones agroecológicas puntúan mejor en los siguientes aspectos:

  • Diversidad dietética y seguridad alimentaria,
  • ventajas para la agricultura familiar,
  • mejor salud del suelo,
  • más agrobiodiversidad, y
  • mayor presencia de animales beneficiosos y polinizadores.

Basada en la investigación participativa, la metodología TAPE aboga por introducir prácticas agroecológicas de distinto alcance según la explotación y ofrece asesoramiento en su aplicación.

CASO REAL

INDIA YA CUENTA CON MÁS DE UN MILLÓN DE AGRICULTORES NATURALES

El programa Community-managed Natural Farming de Andhra Pradesh (APCNF, por sus siglas en inglés) es el mayor programa agroecológico del mundo en cuanto a número de agricultores inscritos. En 2016, empezó con 40 000 agricultores y en 2020 alcanzó los 700 000 agricultores y trabajadores agrícolas que hoy practican la agricultura natural.

ADOPTAR UN ENFOQUE QUE INVOLUCRE A «TODO EL PUEBLO»
El éxito del programa APCNF radica en su innovadora estrategia a la hora de introducir la agroecología en sus prácticas agrícolas. Lo hace «de agricultor a agricultor», es decir, identifica primero a «agricultores ejemplares» y hace que estos, a su vez, formen a otros campesinos en la aplicación de métodos agroecológicos y regenerativos. Dado que los mismos formadores son agricultores, su credibilidad es muy alta y logran motivar a los demás agricultores a cambiar sus prácticas.

El APCNF cuenta con un formador por cada 100 agricultores. El programa ofrece un acompañamiento intensivo a sus participantes, iniciativas de apoyo entre iguales y acceso a especialistas en el cultivo de extensiones agrícolas. También dispone de grupos de autoayuda para mujeres, agentes clave a la hora de impulsar acciones colectivas, difundir conocimientos, apoyarse mutuamente, recaudar financiación para la compra de utensilios necesarios para la agricultura natural y realizar el seguimiento y la gestión del programa.

La agroecología y las prácticas regenerativas requieren muchos conocimientos (más que recursos). Para apoyar a los agricultores en esta transición, el APCNF ha establecido programas de intercambio de conocimientos a largo plazo.

El objetivo de este programa es conseguir que todos los agricultores de un mismo pueblo pasen a adoptar la agricultura natural, un proceso que lleva entre 5 y 6 años. El APCNF lo consigue dirigiéndose a pequeños agricultores de comunidades determinadas, puesto que estos representan más del 85 %. Ver a otros agricultores disfrutar ante el aumento de sus ingresos y de productividad gracias a la agricultura natural suele animar al resto a realizar una transición gradual en esta dirección.

AMPLIAR EL ALCANCE DE LA AGROECOLOGÍA PARA COMBATIR LAS BARRERAS DEL SISTEMA
La implicación social profunda a la hora de impulsar la agroecología, como los métodos «de agricultor a agricultor» o «de mujer a mujer», son un elemento clave del APCNF. También el apoyo del Departamento de Agricultura estatal indio ha sido un factor vital en este proceso de transición. El éxito del APCNF, pues, demuestra que la agricultura natural no solo es altamente ventajosa para los agricultores, sino que también se puede escalar en un periodo de tiempo razonable siempre que existan estrategias específicas para cada comunidad.

El objetivo del APCNF para 2021 es llegar a 1,05 millones de agricultores y trabajadores agrícolas. A largo plazo, incluso esperan reclutar a todos los agricultores sin tierra de Andhra Pradesh —se calcula que hay 6 millones de agricultores y 2 millones de trabajadores agrícolas— y extender la agricultura natural por toda la superficie cultivable de la India.

Imagen: APCNF

200 000 familias campesinas cubanas se forman en agroecología

El pueblo cubano lleva transformando su sistema alimentario durante 30 años. Eso ha dado lugar a uno de los casos de escalabilidad en agroecología con mayor éxito en el mundo.

El compromiso de la revolución cubana con la ciencia, la educación universal y la organización social fue clave para poder aplicar la agroecología a gran escala en ese país. En efecto, solo una sociedad como la cubana (formada y con una arraigada cultura de solidaridad y colaboración) podría ser capaz de cerrar alianzas estratégicas entre el gobierno, los agricultores, los investigadores, los estudiantes, los medios de comunicación, los consumidores y otros actores clave para lograr la transformación de los sistemas alimentarios.

En Cuba, el Movimiento de Campesino a Campesino de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) ha sido fundamental a la hora de introducir la agroecología a gran escala. Con él, más de la mitad de los campesinos cubanos (200 000 familias) ha recibido formación en agroecología. Gracias al fuerte apoyo que este movimiento ha recibido del gobierno a escala local, provincial y nacional, las explotaciones urbanas y periurbanas de Cuba han logrado extenderse por todo el país y representan ahora el 14 % de la superficie agrícola total. En la Cuba de principios de los años 90, el 80 % de las tierras agrícolas eran gestionadas por el Estado. Desde entonces, se han llevado a cabo varias reformas agrarias progresivas, y ahora más del 70 % de las tierras (3,5 millones de hectáreas) están gestionadas por cooperativas y explotaciones familiares. Este cambio ha traído consigo una mayor diversidad de cultivos, un aumento en la productividad y eficiencia agrícola y alimentaria, así como la integración de sistemas alimentarios autóctonos.

La transformación agroecológica de Cuba fue impulsada por una crisis económica. Esta logró abrir un debate político que dio poder a los agricultores orgánicos y agroecológicos y a los investigadores que estudiaban este tipo de prácticas. Gracias a este debate, se consiguieron más reformas agrarias y políticas de apoyo, la descentralización de los sistemas alimentarios y la creación de programas de formación de agricultor a agricultor.

También en estos últimos tiempos de crisis mundial y nacional, Cuba se está comprometiendo a fortalecer la agroecología y a construir una estructura que impulse la soberanía alimentaria. Eso se vio constatado en 2020, cuando el gobierno cubano aprobó un Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, pero también en 2021, año en el que se redactó la Ley de Agroecología. Junto a esta legislación, existen otras leyes y planes que también prevén la planificación de los sistemas alimentarios autóctonos y el desarrollo territorial. Estas medidas luchan por conseguir una descentralización del poder y la construcción de comunidades más fuertes y resistentes.

Imagen: Margarita Fernández

Caso real

La agroecología requiere que consideremos superados los sistemas de conocimiento aislados, reduccionistas, elitistas y dictados por el mercado y que aboguemos por ideas holísticas, transdisciplinarias, originadas desde la sabiduría del pueblo y dirigidas por los agricultores.

Centro de Agroecología, Agua y Resiliencia (CAWR, por sus siglas en inglés) y Colaborativo de Agroecología y Medios de Vida (ALC, por sus siglas en inglés)

¿PUEDEN DAR LUGAR LOS ENFOQUES AGRÍCOLAS ALTERNATIVOS A MEDIOS DE VIDA VÁLIDOS?

pregunta 3

«La agroecología seguirá manteniendo a los agricultores en la pobreza» es un discurso muy gastado.

Según esta afirmación, la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas siguen considerándose formas de mantener a los agricultores encerrados en un estado perpetuo de subsistencia y agobiados por el correoso trabajo manual y los trabajos pesados. Esto impediría que los agricultores puedan salir de la pobreza y se incorporen a la agricultura moderna como empresarios agrícolas.

Este discurso implica también que la agricultura a pequeña escala es inherentemente ineficiente. Rechaza los conocimientos e innovaciones que utilizan los agricultores y los pueblos indígenas y asume falsamente que la mecanización o la innovación tecnológica en la agricultura a pequeña escala es inexistente o se desalienta de forma activa.

Los sistemas político-económicos van en contra de los pequeños agricultores y los perjudican

Al presentar a los campesinos, a las comunidades rurales tradicionales y a la agricultura agroecológica como atrasados, de baja calidad, ineficientes e improductivos, quienes ostentan el poder político y económico están desmotivando a los productores de alimentos y a las comunidades rurales que sí se interesan por la agroecología. Este discurso también sirve para presentar a los grandes productores y a las formas industriales de agricultura como modernas, productivas, ordenadas, emprendedoras y representativas de la llamada «buena agricultura», insistiendo en que lo mejor para los agricultores (y para la sociedad) es reducir al máximo el número de personas lo suficientemente desafortunadas como para ser agricultores.

Los agricultores y productores de alimentos, en cambio, lo ven de otra manera y apoyan la visión de que los intercambios colaborativos, la experimentación, la coproducción de conocimientos y el aprendizaje intergeneracional proporcionan espacios enriquecedores para que las comunidades se reúnan y creen nuevas relaciones. Estos son componentes esenciales para alentar el compromiso comunitario y constituyen la base del creciente interés de los jóvenes agricultores por la transición a la agroecología.

¿Qué nos dicen las pruebas?

  • Los mercados son actores importantes a la hora de generar demanda de productos elaborados con métodos agroecológicos
  • Eso demuestra el potencial de la agroecología para construir nuevas relaciones entre los productores rurales y los habitantes de las ciudades
  • Estas nuevas técnicas generan estabilidad en los ingresos y el empleo de los agricultores, a menudo superiores a otras formas de producción. Además, no dependen de subvenciones ni de estrategias para su incentivación

Hassan Roba, de The Christensen Fund, explica cómo varios grupos de políticos y legisladores de las zonas de pastoreo de Kenia están presionando al gobierno independiente para que dé por superado el pensamiento agrícola colonial y reconozca la viabilidad de los pequeños propietarios y la agricultura de subsistencia.

«Lo que tenemos en Palestina son tesoros, no semillas»

Para la Biblioteca de Semillas Heredadas de Palestina, la biodiversidad agrícola está íntimamente ligada a la identidad social, cultural y política de un pueblo. Descubra la tradición y la herencia de estas semillas de la mano de los agricultores de este vídeo.

Lo que la agricultura aporta al ser humano es mucho más que producir alimentos o ganar dinero. Desempeña un enorme papel en la preservación del medio ambiente de todo el planeta y asegura un entorno favorable para la supervivencia y el espíritu humanos, la religión y la cultura de comunidad.

Instituto de Reconstrucción Rural de China (IRR)

Agroecología en China: Regreso al futuro con la alimentación

Según el Instituto de Reconstrucción Rural de China (IRR), la agricultura ecológica fue en su día una forma de vida ampliamente extendida para los chinos. El profesor Luo Shiming, uno de los principales expertos en agroecología de China, afirma que, en el pasado, los agricultores chinos tenían múltiples objetivos: proporcionar alimentos, ropa y sustento; disfrutar del entorno natural y gozar del afecto de las personas de la comunidad. El profesor Luo Shiming, uno de los principales expertos en agroecología de China, afirma que, en el pasado, los agricultores chinos tenían múltiples objetivos: proporcionar alimentos, ropa y sustento; disfrutar del entorno natural y gozar del afecto de las personas de la comunidad. Sin embargo, la colonización de China por parte de Inglaterra a partir de finales del siglo XIX impactó en los modelos agrícolas y a la mentalidad agrícola existente y desplazó a los agricultores de las zonas rurales a las urbanas, sustituyendo los valores de antaño por otros ligados a una mayor producción y ganancia de dinero.

«Lo que la agricultura aporta al ser humano es mucho más que producir alimentos o ganar dinero», explica el profesor Shiming. Esta «desempeña un enorme papel en la preservación del medio ambiente de todo el planeta y asegura un entorno favorable para la supervivencia y el espíritu humanos, la religión y la cultura de comunidad».

En los últimos 20 años ha surgido un creciente interés por regresar a la agricultura ecológica. Los consumidores de renta media de las ciudades chinas impulsan dicha demanda en busca de alimentos seguros y de calidad. Esto ha provocado el florecimiento de diversas iniciativas agroecológicas y regenerativas basadas en pequeños agricultores que practican versiones modernas de la agricultura tradicional que son beneficiosas para la conservación de los recursos y el medio ambiente.

Asimismo, cada vez más mercados de agricultores en China se ocupan de reconectar espacios urbanos con comunidades rurales. Mercados de agricultores como el de Pekín, por ejemplo, funcionan como plataforma para que los agricultores compartan conocimientos e ideas y den a conocer los alimentos agroecológicos autóctonos mediante actividades educativas y formativas.

A la hora de medir lo que se considera «válido» para los agricultores y la sociedad, barajar términos cuantitativos como «beneficios» o «ganancias» es reduccionista. En cambio, tomar en cuenta factores cualitativos (como la pertenencia a una comunidad o la conexión con ella) se convierte en esencial y sienta las bases para asegurar medios de vida sostenibles para los agricultores.

CASO REAL

¿Pueden resolver los enfoques agrícolas alternativos las crisis del clima, la biodiversidad y el suelo?

pregunta 4

Con la degradación de los ecosistemas de la Tierra avanzando a un ritmo alarmante, son muchas las soluciones de emergencia milagrosas que aparecen, incluso cuando hay cada vez más pruebas de que no siempre funcionan. Centrarse en estas acciones a corto plazo permite a los que ostentan el poder retrasar o evitar la introducción de soluciones transformadoras más reflexivas, aun siendo estas necesarias para abordar plenamente las crisis profundas y sistémicas que afectan a nuestros sistemas alimentarios.

Los problemas sistémicos requieren soluciones sistémicas. La agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas, con sus fundamentos biofísicos, técnicas escalables y base social, representan algunas de las respuestas sistémicas más viables para combatir las emergencias y las crisis de hoy, incluyendo el cambio climático.

El dinamismo y la fuerza inherente de la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas mejoran la resiliencia climática y ecológica. Además, sostienen ecosistemas enteros, fomentan la innovación dentro de los propios países y contribuyen a mitigar el cambio climático y a adaptarse a él.

Las soluciones tecnológicas y los sistemas comerciales basados en la compensación de la huella de carbono suelen ser fuentes de beneficios para los que ostentan poder político y económico; no para los pequeños agricultores y productores de alimentos. Abordar la emergencia climática a través de soluciones únicas —mediante la geoingeniería o la captura de carbono a gran escala— puede que pretenda resolver las crisis planetarias, pero no termina atacando los verdaderos problemas subyacentes. Es decir, sigue manteniendo el statu quo.

La interconexión que existe entre las distintas crisis actuales (tanto en sus causas profundas como en sus soluciones sistémicas) conduce indefectiblemente a la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas.

¿Qué nos dicen las pruebas?

  • Aplicar soluciones tecnológicas aisladas no resuelve problemas. Cuando se hace, se está distrayendo a los agentes financiadores, responsables políticos, investigadores y a las comunidades del cambio sistémico que realmente es necesario. Mientras tanto, estas soluciones siguen creando problemas
  • La agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas generan resiliencia climática y ecológica, fomentan la biodiversidad y sostienen los ecosistemas. También mantienen una gran diversidad de opciones tanto de producción como de alimentación
  • La agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas aportan beneficios a escala social, ecológica, económica, de salud y de bienestar. Muestran, además, una multifuncionalidad dinámica que puede ayudar a las comunidades a superar las crisis globales actuales

Cómo hacer frente a los fenómenos climáticos extremos de América Latina

En 2011, el Centro Latinoamericano de Investigaciones Agroecologicas (CELIA) presentó un estudio llevado a cabo durante un año que analizaba un grupo de pequeños sistemas agrícolas de Colombia, Cuba, Chile, México, Brasil, Perú y Argentina. Dirigido por REDAGRES, un grupo de agroecólogos latinoamericanos, este estudio pretendía identificar y evaluar los sistemas agroecológicos que lograban resistir fenómenos climáticos extremos como sequías, tormentas, inundaciones o huracanes o que eran capaces de recuperarse de ellos.

Al terminar el estudio, los investigadores se reunieron con los agricultores y elaboraron un manual basado en lo que habían observado. El texto esbozaba una metodología sencilla para que los agricultores evaluaran su vulnerabilidad relativa e identificaran acciones para mejorar la resiliencia de sus explotaciones. El manual también describía los principios y prácticas socioecológicas clave que las familias de agricultores podían utilizar (individualmente o como comunidad) para mejorar la capacidad de adaptación al cambio climático de sus sistemas agrícolas.

Este proyecto permitió a los investigadores y a los agricultores comprender las características agroecológicas de los sistemas agrícolas estudiados y descubrir las estrategias sociales que hacían que las explotaciones resistieran fenómenos meteorológicos extremos o se recuperaran de ellos.

Dado que las prácticas que pueden resultar en una mayor resiliencia socioecológica dependen del contexto y son complejas, las metodologías de autoevaluación y coinnovación que integran a agricultores y científicos se convierten en herramientas importantes a la hora de aplicar la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas de manera que puedan adaptarse a los cambios meteorológicos y climáticos.

CASO REAL

RESILIENCIA CLIMÁTICA COLABORATIVA EN LOS ANDES

En el altiplano andino de Bolivia, Ecuador y Perú, existe una comunidad que lleva a cabo el llamado Programa Colaborativo de Investigación en Cultivos (CCRP, por sus siglas en inglés). Este programa apoya la creación de sistemas y mercados locales de alimentos, las formas de nutrición que de ahí se generan, las redes de acción que se centran en la conservación y la mejora de la biodiversidad agrícola, la gestión ecológica de plagas y la gestión de riesgos, especialmente los que abordan la variabilidad climática y la salud del suelo.

Para este grupo, el cambio a un sistema alimentario más sostenible pasa por integrar diferentes sistemas de conocimiento, tener en cuenta el paisaje, incorporar sistemas naturales y humanos y personalizar cada técnica a los distintos contextos. El CCRP hace hincapié en el aprendizaje social y horizontal basado en la confianza y el respeto a todos los niveles y escalas.

Actualmente, existen tres proyectos en Bolivia que trabajan para dar respuesta a una pregunta fundamental: ¿Cómo se pueden unificar los diferentes conocimientos en agroecología para que los agricultores puedan tomar mejores decisiones y arrojar pruebas agroecológicas y climáticas concluyentes?

Estos proyectos tienen como objetivo construir redes de agricultores que investiguen y documenten el clima y los patrones meteorológicos de sus comunidades para luego poder ofrecer previsiones a los agricultores de los altos Andes. Paralelamente, generan una base de datos que aúna el saber tradicional indígena con las herramientas científicas y digitales actuales para ayudar a identificar los indicadores climáticos clave de sus entornos naturales.

A la vez, estos proyectos sirven para vincular la planificación agrícola con los conocimientos autóctonos; en concreto, para saber cómo deben tomarse las decisiones agrícolas en función de las percepciones locales y la información que se tiene sobre el clima. Al promover el diálogo intergeneracional sobre la utilidad de estos conocimientos, la cultura agrícola se mantiene actualizada y dinámica. Asimismo, el debate y el diálogo periódicos entre los participantes de estos grupos dan pie a una reconfiguración de la información que responde a procesos y acontecimientos más actuales.

Estos proyectos, pues, actúan como una herramienta integrada de planificación climática basada en conocimientos tanto científicos como autóctonos. Su objetivo es ayudar a los agricultores a tomar decisiones de planificación agrícola basadas en una mejor previsión de las condiciones meteorológicas a corto (1 a 2 días), medio (3 a 10 días) y largo plazo (estacional). Esto permite a los pequeños agricultores reaccionar ante el clima de una forma eficiente y reduce su vulnerabilidad a la variabilidad y al cambio climáticos. El CCRP es un programa de la Fundación McKnight.

Imagen: CCRP

Innovación climática en la India

El aumento de las sequías como consecuencia de la crisis climática es un reto constante para los agricultores de la India. Para contrarrestarlo, los agricultores del programa Community-managed Natural Farming de Andhra Pradesh (APCNF) están desplegando una serie de estrategias preventivas y adaptativas entre las cuales se encuentra una increíble innovación que aprovecha el vapor de agua atmosférico. Esta práctica permite a los agricultores plantar sus cultivos sin esperar a que lleguen los monzones, prolonga la temporada de cultivo y hace que los campesinos puedan cultivar durante todo el año. Otra de las estrategias es utilizar grandes cantidades de ghanajiwamrutam (un preparado de fertilidad del suelo a base de estiércol de vaca) y de acolchado para mantener niveles adecuados de humedad en el suelo para que las semillas germinen y queden bien asentadas antes de las lluvias.

Un estudio realizado por el Centro Mundial de Agroforestería (ICRAF, por sus siglas en inglés) determinó que las explotaciones agrícolas que participan en el APCNF producen una media de un 70 % menos de emisiones que las granjas convencionales con una producción similar o mejor. Las técnicas del APCNF se basan en la utilización de herramientas de bajos recursos y enfoques innovadores. Todo ello, además de mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos, aumenta la producción y los ingresos de los agricultores de esta región.

Imagen: APCNF

Caso Real

¿PUEDEN ACELERAR LOS ENFOQUES AGRÍCOLAS ALTERNATIVOS LA TRANSFORMACIÓN DEL SECTOR ALIMENTARIO?

pregunta 5

Los autores de este compendio quisieron hacer hincapié en las actuales barreras estructurales que impiden la transformación de los sistemas alimentarios. Estas son, entre otras, la ausencia de derechos de propiedad intelectual sobre las semillas, el auge de los alimentos baratos, la falsa ilusión de tener opciones, la predisposición global a las exportaciones y la deuda. Todos estos elementos contribuyen a afianzar el poder de las empresas, a generar falsos discursos y a limitar las opciones y oportunidades que existen para agricultores y ciudadanos.

En efecto, la transformación de los sistemas alimentarios va estrechamente ligada al desafío de las estructuras del statu quo. Esto, a su vez, abre un debate en torno a la soberanía alimentaria y a su instrumentalidad, y pone de relieve el papel fundamental que la gobernanza alimentaria desempeña en todos los niveles a la hora de acelerar u obstaculizar la transición hacia la agroecología. En agroecología y en los procesos de democratización de la agricultura y la alimentación, la soberanía alimentaria es un concepto subyacente que encarna y afirma los derechos de los pueblos a definir sus sistemas alimentarios, a defender sus territorios y a la autodeterminación.

Por otro lado, la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas son instrumentos que la soberanía alimentaria ejerce sobre el terreno gracias a las prácticas de los productores de alimentos. Representan, pues, una respuesta política y un cambio de poder y de paradigma hacia una nueva sociedad.

Dichos enfoques son también dinámicos y multifuncionales. Sus profundos e inherentes beneficios sociales, ecológicos, económicos y sanitarios permitirán a la población «salir de la trampa» de las múltiples crisis mundiales.

¿Qué nos dicen las pruebas?

  • La agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas reconocen y tratan de garantizar los derechos de los campesinos y los trabajadores agrícolas y alimentarios; así como los derechos a los alimentos, la tierra, el agua y las semillas
  • Estos enfoques conllevan un poderoso discurso de autodeterminación
  • Las metodologías de investigación participativa en estas prácticas generan nuevas ideas y soluciones sistémicas que contribuyen a impulsar el desarrollo agrícola comunitario y los sistemas alimentarios sostenibles. Al adaptarse constantemente para responder a las cambiantes realidades socioecológicas, dichas metodologías enriquecen las economías locales y nacionales

Agroecología feminista y por la igualdad de género

En los países en vías de desarrollo, el 80 % de las mujeres se ganan la vida con la agricultura y la producción de alimentos, sectores en los que la discriminación de género, la violencia y la desigualdad son habituales. Sin embargo, las mujeres son las que aportan el apoyo y la mano de obra esenciales a sus explotaciones y hogares, las que cosechan y venden los productos en el mercado, las que cultivan alimentos aparte para consumir en sus hogares y las que cuidan de sus familias. Aun así, a menudo carecen de derechos sobre la tierra y de acceso a la financiación, y están excluidas de la toma de decisiones. Y eso que, en todo el mundo, son muchas las mujeres que lideran la lucha para alcanzar sistemas alimentarios más equitativos y que ejercen un papel central en la ciencia, la práctica y los movimientos en favor de la agroecología.

En efecto, en muchas regiones, el feminismo está presente en la agroecología y la soberanía alimentaria. Este movimiento reúne, además, los movimientos de descolonización, reconciliación indígena, lucha contra la pobreza y justicia racial. En este sentido, la agroecología —con su enfoque de aprendizaje horizontal, su espíritu de cocreación y sus fuertes vínculos con los derechos humanos y la soberanía alimentaria—se considera una fuerza que lucha por la igualdad de género.

Caso Real

Las pruebas las dan los testimonios y las voces de los hombres y mujeres que residen en las comunidades participantes. Las pruebas las dan los visitantes con lo que ven en los campos y en los mercados locales. Las pruebas las dan los agricultores innovadores y los líderes locales tradicionales y religiosos con sus afirmaciones basadas en su experiencia y los beneficios que han obtenido de la agroecología.

Groundswell International

CONECTAR LOS SISTEMAS ALIMENTARIOS CON LA COSMOVISIÓN INDÍGENA MAORÍ

En los últimos 20 años, Nueva Zelanda ha sido testigo de una renovada lucha de sus comunidades maoríes e indígenas por la autodeterminación.

Con el objetivo de impulsar un cambio de paradigma en sus sistemas alimentarios, este país se ha propuesto ahora estudiar la agricultura orgánica regenerativa desde la visión maorí. Este enfoque promete embarcar al país oceánico en un «viaje de aprendizaje agrícola».

Para ello, en 2001, Nueva Zelanda constituyó Te Waka Kai Ora (Autoridad Nacional de Productos Orgánicos Maoríes), una entidad encargada de verificar y validar estos nuevos estándares agrícolas. Esta iniciativa se rige por el marco Hua Parakore, un sistema maorí de soberanía alimentaria y de producción de alimentos que apoya la soberanía y la seguridad alimentaria de los whānau (familias y comunidades) maoríes. Sus premisas se basan en los valores culturales maoríes y en el apoyo de iniciativas autóctonas como los māra kai (huertos alimentarios), la agricultura o la horticultura.

Actualmente, existen productores verificados por Hua Parakore en todas las granjas, marae (espacios de reunión de las tribus) y puntos de venta de alimentos maoríes de Aotearoa (Nueva Zelanda, en maorí). Esta verificación también se aplica a otros productores indígenas de todo el mundo, como por ejemplo en las granjas MA'O de Hawái. El sistema Hua Parakore también puede aplicarse a otros métodos de enfoques regenerativas y natural, como la agroecología, las prácticas regenerativas y la agricultura orgánica, y actúa como un korowai (manto) que envuelve a estos otros sistemas.

Los valores y procesos de toma de decisiones indígenas también pueden alinearse con proyectos internacionales y empresas comerciales que apuesten por la agricultura orgánica regenerativa. Este ejemplo muestra cómo el conocimiento indígena —en este caso, la cosmovisión maorí Te Ao Māori—, puede introducir y articular la agricultura orgánica regenerativa, y defender, a la vez, la soberanía alimentaria, los derechos colectivos y los valores y procesos de toma de decisiones indígenas.

Ha llegado la hora de enfrentarse a la política del conocimiento y de cerrar la brecha ideológica que generan la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas.

Debemos analizar de forma equitativa toda la información, conocimientos y pruebas concluyentes relacionados con estas prácticas (experiencias vividas, conocimientos tradicionales, estudios de caso, artículos científicos y literatura revisada) y centrar nuestros esfuerzos en la transformación de los sistemas alimentarios.

El trabajo en el que se basa este compendio establece áreas de acción prioritarias para aquellos agentes financiadores, inversores, investigadores y responsables políticos que estén dispuestos a dar un paso al frente y ayudar a crear los entornos propicios para que la agroecología y las prácticas regenerativas puedan prosperar. Un área de acción inmediata es la de fomentar y catalizar la investigación en sistemas agrícolas alternativos para el bien público.


HA LLEGADO EL MOMENTO DE ACTUAR

AUMENTAR LA INVESTIGACIÓN BASADA EN LOS DISTINTOS SISTEMAS ALIMENTARIOS ES ESENCIAL PARA EL BIEN PÚBLICO

Los sistemas alimentarios sanos, equitativos, renovables, resilientes, inclusivos, diversos e interconectados que están formados por personas, comunidades e instituciones son el futuro de la alimentación. Los bloqueos estructurales y sistémicos que obstaculizan el progreso de la sociedad hacia la transformación de dichos sistemas alimentarios ya no son aceptables.

Hasta ahora, son pocas las medidas que se han establecido en favor de la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas, sobre todo en lo que a inversiones y políticas gubernamentales se refiere. El hecho de que las investigaciones en este ámbito sean reduccionistas ha limitado nuestra comprensión colectiva de los resultados positivos que los sistemas agroecológicos y la agricultura orgánica regenerativa ejercen en términos humanos, sociales, económicos y medioambientales. Estos métodos erróneos han contribuido a que los gobernantes tomaran decisiones aisladas y que las aplicaran de forma disfuncional, propiciando bloqueos estructurales y desequilibrios de poder exacerbados.

En aras de lo anterior, es hora de impulsar nuevas investigaciones transformadoras que reconozcan y aprendan de las distintas evidencias, sistemas de conocimiento y formas de saber relacionadas con las prácticas agroecológicas. Tales investigaciones deben defender y valorar la interconexión entre nuestros sistemas alimentarios, la salud y el planeta, puesto que son aspectos reconocidos desde hace tiempo por los pueblos indígenas y los agricultores de todo el mundo.

Divulgar esta aproximación holística e inclusiva del impacto de los sistemas alimentarios agroecológicos es esencial para el bien público.

Los agentes financiadores públicos y privados en investigación alimentaria y agrícola tienen la responsabilidad de fomentar enfoques holísticos y transdisciplinarios y de poner énfasis en objetivos ecológicos, sanitarios, sociales y económicos indivisibles. De hecho, si filántropos, inversores, investigadores y responsables políticos se ponen a trabajar con organizaciones de agricultores y pueblos indígenas, civiles, empresas del sector privado, etc., terminarán desencadenando un impacto único.

Los autores de este compendio también destacan que, a mayor financiación para la investigación pública —una que crea en las pruebas concluyentes de la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas y que se traduzca luego en acciones—, mayor la viabilidad, el rendimiento y el éxito de dichas prácticas, y más impacto positivo.

Las raíces de la agroecología, las prácticas regenerativas y las costumbres alimentarias indígenas son una fuente continua de conocimientos que debe tenerse en cuenta a la hora de reparar las relaciones entre las personas y la naturaleza. Debemos encauzar la imaginación, el ingenio, la perseverancia y los actos cotidianos de coraje de los agricultores, proveedores de alimentos, mujeres, jóvenes y pueblos indígenas que ya están trabajando en esta transformación y unirnos a ellos en su lucha por el cambio.

Tenemos pruebas de que se puede lograr.

Encargado por la Alianza Global para el Futuro de los Alimentos, este compendio ha sido dirigido por Faris Ahmed, Lauren Baker, Margarita Fernández, Samara Brock y Amanda Jekums. Esta obra es una síntesis de diecisiete equipos de autores: Agroecology Research-Action Collective, Agroecology Europe; Agroecology Fund, Andhra Pradesh Community-managed Natural Farming, Centre for Agroecology, Water and Resilience and Agroecology and Livelihoods Collaborative, Centro Latinoamericano de Investigaciones Agroecológicas, Christensen Fund, Ecdysis Foundation y Blue Dasher Farm, ENDA Pronat; EnviroStrat, FAO TAPE, Groundswell International, Institute of Rural Reconstruction of China, McKnight Foundation Collaborative Crop Research Program, Palestinian Heirloom Seed Library, Soils, Food and Healthy Communities y The Indigenous Partnership for Agrobiodiversity and Food Sovereignity. Sus contribuyentes encarnan una gran diversidad geográfica, institucional, sectorial, de género y racial. Estos trabajan para distintas organizaciones, redes de profesionales y fundaciones alimentarias nacionales e internacionales, y ostentan distintos cargos como investigadores, agricultores, proveedores de alimentos y miembros de comunidades indígenas. ​​

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